Estado, economía y política en Santiago del Estero 1943-1949
04.06.2013 23:31
Estado, economía y política en Santiago del Estero 1943-1949.
Exploración de algunas condiciones estructurales de la cultura política.1
“Los ‘ayudas’ y los impuestos son el espejo fiel de la
interdependencia de los grupos de una sociedad y de las
relaciones entre las fuerzas que reinan en su seno”2
Estado, economía y cultura política
El presente artículo constituye un avance de una investigación más amplia, referida a la
cultura política en Santiago del Estero3. La necesidad de ir más allá de la
conceptualización poco útil de “clientelismo político” (Auyero 1997 entre otros) cuyas
limitaciones se hacen particularmente evidentes en el caso de la provincia que
estudiamos, desafía a una doble tarea: la primera es la exploración etnográfica, no sólo
de las experiencias y prácticas políticas de los que se encuentran en las posiciones más
dominadas de la sociedad, sino también de la clase media y media alta, cuyas
modalidades estratégicas reeditan, en contextos diferentes y a su modo, prácticas muy
similares a las de aquellos; la segunda tarea, que es la que parcialmente abordamos aquí,
consiste en la búsqueda de las condiciones estructurales que hacen más probables esas
prácticas políticas y que si bien no las explican, nos permiten dar un marco de realismo a
cualquier intento de cambio que no se reduzca al voluntarismo moralizante. En este
punto, lo que está en juego es, además de una toma de posición ético-política, la
preocupación epistemológica de no proyectar acríticamente una anticipación prerreflexiva
que provenga de la cultura profesional y de clase (Bourdieu 1997).
El presente trabajo parte de la hipótesis que esas condiciones estructurales objetivas se
vinculan, al menos en el caso de Santiago del Estero, a un modo de articulación del
Estado, el campo económico y el espacio político. Esta configuración económica,
institucional y política nos parece que sólo puede ser comprendida en su génesis.
1 Ana Teresa Martinez. Universidad Nacional de Santiago del Estero.
2 “les ‘aides’ es les impôts sont le miroir fidèle de l’interdépendance des groupes d’une société et du rapports
des forces qui règne en son sein” (Elias 1969:153)
3 El presente artículo es un eslabón en un proceso de razonamiento que adquiere su total significación en la
medida que se completa con otros (algunos en preparación y uno ya publicado Martinez 2007a) y con
investigaciones aún pendientes, pero no deja de constituir una unidad de sentido en sí mismo. En una
perspectiva epistemológica de corte weberiano (Passeron 1999), intentamos articular en un movimiento de
esclarecimiento mutuo, una investigación histórica armada de preguntas e hipótesis sociológicas, con un
proceso de sistematización conceptual acerca de la cultura política santiagueña y una serie de aproximaciones
etnográficas al terreno. Esta investigación forma parte de un proyecto integrado por Alejandro Auat y Gloria
Miguel, parcialmente financiado por la UCSE durante 2004 y 2005.
2
Siguiendo a Pierre Bourdieu (Bourdieu 1992, 1994, 2000, 2002; Martinez 2007 b) y el uso
que hace Ricardo Sidicaro de su teoría para la elaboración de un modelo de análisis de
los diversos períodos de gobierno peronista (Sidicaro 2002), consideramos el campo
económico como una dimensión del espacio social en que las fuerzas en pugna se
instituyen a partir de la acumulación y manipulación de capital económico. Este espacio
tiene sus propios actores y sus propias reglas relativamente autónomas, pero no funciona
jamás en el vacío. Es más, si es característico del capitalismo –como ya lo viera
claramente Weber- el proceso de autonomización relativa de lo que llamó la “esfera
económica” (encarnado en la máxima “negocios son negocios”), el desgajamiento
respecto de las lógicas sociales y culturales es siempre relativo. Nos interesa en este
caso establecer los juegos de fuerzas entre el campo económico, el Estado –como
espacio relativamente autónomo en que el cuerpo burocrático opera idealmente en
nombre del interés general- y el campo político como otra dimensión del espacio social
que tiende a constituirse con reglas propias en la lucha de sus agentes por alcanzar
predominio como operadores de un proyecto social y económico. Del juego entre
autonomía relativa y dependencia mutua depende en buena medida las condiciones de
posibilidad de una sociedad democrática al modo al menos como el discurso social de la
democracia liberal Argentina intentó fundar la nación: un Estado, un mercado, un juego de
partidos que representarían intereses y propondrían proyectos de sociedad. Sobre las
hipótesis implícitas en este modelo de análisis veremos recortarse las particularidades de
una sociedad como la Santiagueña que precisamente desmiente reiteradamente en
muchas de sus prácticas el proyecto proclamado.
La fragmentariedad de la historiografía local, nos invita a avanzar en la elaboración de
hipótesis relacionadas con estudios de nivel nacional y practicar “sondeos” de mayor
profundidad en momentos críticos de la historia local (es decir, donde se visibilizan
conflictos que podrían producir reconfiguraciones). Esto se concreta en el trabajo de
largos períodos –con las simplificaciones inevitables- y la exposición de momentos
“ejemplares” que arrojen luz sobre procesos mayores. En un artículo anterior (Martinez
2007a) nos ocupamos de los conflictos entre el Estado provincial y los obrajes madereros
en el año 1943 en torno al cumplimiento de las leyes del trabajo. Esta vez trabajaremos
sobre el proceso y las condiciones en que se produce el acceso de Carlos Juarez a su
primer mandato como gobernador, correlacionando estos procesos con la evolución de
las fuentes de financiamiento del Estado provincial por esos años, a traves de la
estructura del presupuesto.
3
“Aquí estoy con mi gente”: el peso de los obrajes madereros sobre el Estado y la
política. (1943-1949)
En nuestro artículo anterior (Martinez 2007 a), abordamos un conflicto que, en el contexto
de la problemática arriba señalada, resultaba revelador: Amalio Olmos Castro, un
funcionario del Estado provincial, al frente del Departamento del Trabajo y apoyado por
los gobernantes de la intervención de junio de 1943 enfrentó abiertamente el poder de los
propietarios de obrajes y de la asociación que los nucleaba, a fin de hacer cumplir las
leyes laborales, tardiamente reglamentadas por el breve gobierno radical de Santiago
Maradona. A traves de este caso creemos poder vislumbrar el tipo de dificultades que
enfrentó el Estado provinciales como campo burocrático en formación para consolidarse
imponiendo reglas de juego, por una parte al poder político y por otra al poder económico
en sus diversos modos de asociación. Estos desarrollos nos pusieron frente a la
necesidad de explicitar supuestos en torno al significado del Estado en estas tensiones.
La aproximación a los textos de Norbert Elias (Elias 1975) sobre los procesos de
constitución de los Estados en occidente a través del ejemplo francés, nos permite
desnaturalizar nuestras ideas implícitas sobre lo que debería ser el Estado, y reconstruir
relacionalmente algunas líneas del proceso histórico santiagueño: intentamos comprender
la discusión que sobre el rol del Estado estaba implícita en el conflicto y determinar qué
“función” (para hablar como Elias) cumplían ciertos actores “típicos” en el proceso: la
prensa local, una buena parte de los juristas, los obrajeros agrupados en la Apif, el cuerpo
administrativo que intentaba constituirse, representado por Olmos Castro y su apoyo en el
Ejecutivo del momento. Lo que intentamos saber es qué configuración de Estado, de
campo económico y de campo político se constituyó en la Provincia a lo largo de estos
años y cómo condicionó este proceso el funcionamiento del campo del poder local (en
términos de Bourdieu) y la cultura política que en ese marco podía consolidarse o
modificarse, tanto a nivel de las Instituciones, de los discursos, como de las prácticas
políticas cotidianas4. La perspectiva relacional, que supone que espacios sociales y
grupos de actores se vinculan, a la vez que se oponen, de manera ambivalente, implica al
mismo tiempo la articulación de dimensiones que en la historiografía suelen tomarse por
separado en aras a la precisión: la historia económica, la historia política, la historia social.
4 Si tenemos en cuenta la bibliografía teórica de la cual partimos y el desarrollo que aquí mismo hacemos,
creemos que no hace falta aclarar que no estamos pensando en un proceso causal de tipo lineal (las
condiciones económicas producirían finalmente la cultura política), sino en un complejo de series históricas
articuladas, donde diferentes factores se sostienen, condicionan, alimentan mutuamente, en procesos de
avances y retrocesos en una dirección u otra, siempre con un final incierto. Sin embargo, la hipótesis de la
investigación es que se trata de un proceso de larga duración, que pesa como un configurante histórico en los
discursos, las prácticas y las instituciones políticas contemporáneas.
4
En aquel artículo insistíamos en evaluar la autonomía relativa del campo burocrático
respecto del político y del económico, y afirmábamos que de este punto dependía “la
existencia de un margen para la aparición de los intereses comunes de la sociedad”5,
siendo que lo que vimos aparecer en ese momento de lucha por la autonomía, fueron
precisamente los intereses de los dominados. Esta afirmación en apariencia valorativa,
supone los procesos descriptivos de Elias y sobre todo la teoría bourdiana del habitus: el
“interés en el desinterés” es posible como especificación de la libido social en ciertos
campos que, como el campo burocrático, se supone que premian el desinterés con capital
simbólico (Bourdieu 1994). La complejización de la división del trabajo social (o la
especialización de funciones, como la llama Elias) está en la base de la constitución de
los “monopolios” (del cobro de impuestos, de la violencia física legítima, de la violencia
simbólica legítima) que dieron lugar en occidente a los Estados modernos, que con
Bourdieu podemos definir como: “un “x” (a determinar) que reivindica con éxito el
monopolio del uso legítimo de la violencia física y simbólica sobre un territorio
determinado y sobre el conjunto de la población correspondiente” (Bourdieu 1994:107). Es
la configuración de esta “x” lo que importa despejar en cada caso histórico concreto. Pero
lo que hay que mantener en la mira es que la idea de “lo público”, entendido como lo que
pertenece al conjunto de la sociedad del caso, supone un discurso que se apoya en la
existencia de reglas de ingreso y promoción en la carrera de “servicio público”, destinadas
a “atrapar” a los agentes burocráticos haciendo que su interés esté orientado a coincidir
con el interés común de los ciudadanos y de la sociedad. Esta predominancia de reglas y
de agentes acordados que las cumplan y las hagan cumplir abre el “resquicio” de
autonomía relativa de la administración, que parece ser una pieza fundamental para el
juego de los sistemas democráticos, donde aparezcan negociándose con más o menos
éxito y claridad los intereses y necesidades de la mayoría de los ciudadanos y grupos
sociales. En situaciones históricas en que la configuración de “x” se confunde demasiado
con la de una agrupación política, con la voluntad de un monarca, de una familia, una
5 No desconocemos la importancia de los movimientos sociales como visibilizadores articulados del interés
general (o al menos generalizable), pero creemos que corresponden más a desarrollos posteriores a la guerra
fría y al desmantelamiento del Estado Benefactor. A mediados del siglo XX en Argentina, se está
construyendo ese Estado, y las organizaciones representativas de intereses generalizables, que luchaban
contra monopolios, económicos o de poder político o simbólico, eran sobre todo los sindicatos. (cfr James
1990) , las asociaciones profesionales y los movimientos universitarios por la autonomía. Todos ellos jugaron
algún rol importante en este proceso, buscando beneficiarse de la construcción Estatal. En Santiago
intentamos hacer presentes unos y otros en la medida que existían, aunque somos conscientes que el punto
merece aún mayor estudio y desarrollo, así como las razones por las cuales una parte importante de la
dirigencia y la clase media, recurría al Ejército en el país percibiéndolo como portador de intereses generales,
como identificado con “la patria” o “el Estado”.
5
corporación o un grupo que lograra imponerse en el espacio económico, las chances de
constituirse en espacio de negociación de intereses diversos se reducen
proporcionalmente6.
La figura de Amalio Olmos Castro como funcionario de Estado se volvía paradigmática,
precisamente en un momento en que en el país, como nos muestra Sidicaro, se discutía
de manera práctica y teórica qué rol debía tener el Estado frente a los detentadores del
poder económico, y donde, en continuidad con algunos intentos del radicalismo de línea
Yrigoyenista (como el Sabattinismo en Córdoba (Philp 2003) y el Maradonismo en
Santiago), -mientras se afirmaba también un campo propiamente político- se intentaba,
con más o menos conciencia de lo que implicaba, abrir este espacio de autonomía relativa
para realizar alguna redistribución de riqueza y poner las bases del despliegue de la
industria nacional. Este último punto, clave para la revolución del 43 (Rouiquie 1998), se
manifiesta en Santiago del Estero (según encontramos también reiterados indicios en
diversas medidas organizativas y normalizadoras del aparato burocrático, publicadas en el
Boletín Oficial) en un esfuerzo de consolidación del Estado Provincial. El discurso y las
prácticas de funcionario público de Olmos Castro pusieron en evidencia el juego de
tensiones entre el poder económico predominante y sus aliados por un lado, el Estado
provincial en conformación por otro, y los agentes del campo político reorganizándose de
cara a las elecciones que comienzan a preverse. La batalla que describimos contra el
principal factor de poder económico en la provincia (que se decía “industria” forestal, pero
que no consistía en la época sino en la depredación final del bosque para convertirlo en
leña y carbón), no la gana el impulso de construcción “burocrática” que se expresa a favor
de los obreros forestales, sino que el desenlace se produce en su contra, y en buena
medida desde fuera de la provincia: cambio de interventores obedeciendo en parte a las
crisis del gobierno central, desplazamiento del director del Departamento del Trabajo, fallo
en contra de la justicia local por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La
argumentación en contra de Olmos Castro, situaba la controversia en lo que la Asociación
de obreros de la Industria Forestal de Campo Gallo llamó la lógica de “los vistos y
6 Una segunda confusión a evitar, no infrecuente en la lectura de la teoría de Elias, es la de suponer una
filosofía de la historia, con una secuencia evolucionista hacia la racionalización. La lectura que hace Elias,
completando la de Max Weber, de la historia del surgimiento de los Estados occidentales, no necesariamente
lo supone, y en todo caso, sólo nos interesa en tanto sea posible no leerla así, ya que lo que buscamos es
comprender procesos que precisamente no se desarrollaron del mismo modo que el Estado francés, el inglés o
el alemán, aunque los principios de la teoría elaborada a partir de ellos pueda sernos útil. Por eso no vamos a
buscar etapas coincidentes con las de aquellos, ni aplicar mecánicamente modelos de relaciones, sino que
intentamos comprender autónomamente nuestros procesos, utilizando aquellos conceptos que nos sean útiles
con libertad y a la vez explicitando con la mayor precisión posible en qué sentido los usamos.
6
considerandos”, que ponía a los juristas en el centro de la escena, agrupados en la
corporación del “Colegio de abogados”, propuestos como árbitros por la Apif, y utilizaba
como un aliado clave a la prensa local, cuyo principal agente era el diario El Liberal, uno
de cuyos propietarios era abogado de uno de los obrajes más importantes de la provincia
y cuyo vicedirector era a su vez gerente de la Asociación de Productores de la Industria
Forestal.
La pregunta que nos hacemos a partir de allí es si esta debilidad congénita del Estado
provincial, este tipo de prácticas de instrumentar el sistema jurídico, esta instalación de
espacios reservados donde no es posible intervenir ni a los funcionarios encargados de
hacerlo, se volverá crónica, o si el peronismo –como Olmos Castro parecía seguir
esperando, a pesar de todo, a fines de 1944-, en su versión local, conseguirá establecer
equilibrios que abran la posibilidad, en los años siguientes, de discursos y prácticas
realmente democráticas, donde, como nos ayudaba a ver Touraine, ésta cuente como una
“fuerza social y política que se empeña en transformar el Estado de Derecho en un
sentido que corresponda a los intereses de los dominados”. La pregunta se orienta
también a saber si el “aquí estoy con mi gente” de los obrajeros a la hora de las
elecciones, quienes establecían sus redes de vínculos en el poder judicial, en la prensa, y
en el espacio político, pudo quebrarse alguna vez o si se fue reeditando en formas más o
menos diversas y más o menos modernizadas, para seguir siendo, no una anomalía
causada por la incapacidad ciudadana de algunos, sino favorecida por una necesidad casi
ineludible del sistema, a causa de la concentración del poder económico y la incapacidad
del Estado para imponer sus propias reglas7.
Los inicios del peronismo santiagueño.
Sobre los inicios del peronismo, se ha producido una importante bibliografía y debate,
aunque con frecuencia se hace difícil separarse de las adherencias de los mitos
partidarios y sobre todo, se conoce todavía poco sobre las particularidades del fenómeno
en el interior del país. Como dicen Macor y Tcach en los debates posteriores a la caída de
Perón en 1955, “el afán por encontrar y defender una caracterización global del fenómeno
tendió a desplazar la elaboración de reconstrucciones históricas concretas de una época
que se percibía como demasiado cercana” (Macor y Tcach 2003). Posteriormente, los
análisis, ortodoxos o heterodoxos, desde Murmis y Portantiero a Daniel James, suponían
7 Para continuar los “sondeos” sobre este juego de relaciones entre campos (Estado, política, economía)
exploramos en otra parte la dinámica de la política en los años 90, en un artículo en evaluación actualmente
en la Revista Argentina de Sociología.
7
el contexto de Buenos Aires y de los procesos de industrialización. Como se advierte en
los artículos reunidos por Macor y Tcach, las aproximaciones a los diversos casos de las
provincias nos devuelven factores diversos y procesos más bien ligados a grupos
conservadores y a viejos caudillos reciclados en nuevas alianzas.
En Santiago del Estero, no estamos ante una excepción. Aunque en los años siguientes al
episodio que venimos de relatar, seguirán existiendo fallos de la justicia local a favor de
los obreros, y aunque la aplicación de leyes sociales y el movimiento de sindicalización de
los obreros forestales seguirá avanzando (Alen Lascano 1972, Tenti y Salas 1995), las
fricciones para la constitución del Partido Laborista nos muestran la reaparición de viejos
dirigentes conservadores y radicales antipersonalistas, ligados al campo económico local
y a las fracciones políticas que ya venían gobernando la provincia en los años
inmediatamente anteriores: Santiago Corvalán, Justiniano de la Zerda y Rosendo Allub8.
Como se advierte en el caso de Córdoba (Philp 2003) y como también puede apreciarse
en el trabajo de Moira Mackinnon las estrategias nacionales para ganar elecciones con
frecuencia impusieron alianzas que conspiraban contra movimientos autónomos de
renovación en las provincias (Mackinnon 2002). En el caso de Santiago, la estrategia
inicial desarrollada desde la filial local de la Secretaría de Trabajo y Previsión (Santiago
Beltrán Neirot, el delegado, oficiaba también de apoderado del Partido Laborista) fracasa
frente a presiones desde Buenos Aires, que imponen las alianzas con de la Zerda y con
Allub, al tiempo que reemplazan a Beltrán Neirot por un nuevo delegado, primero Carlos
Tulio Martilotti y luego Victor Mancilla Gauna, un hombre cercano a Rosendo Allub. El
8 Uno de los hombres con mayor influencia durante las fricciones iniciales para la constitución del Partido Laborista en
Santiago, fue Don Rosendo Allub, a quien registramos por primera vez en 1926 formando parte de la Cámara de Defensa
Comercial (luego Cámara Comercial e Industrial), y financiando actividades de la Asociación Cultural La Brasa. Caudillo
libanés había llegado al país en 1909, había trabajado como vendedor ambulante en los obrajes de Santiago durante varios
años, y asociado con parientes y paisanos, se dedicó luego a la compraventa y arreo de hacienda vacuna entre provincias
del NOA y NEA. Iniciada su carrera política en el radicalismo, siendo diputado, se opuso a las políticas de Santiago
Maradona en 1930, y fue luego miembro del equipo del gobernador Juan B. Castro, cuyo gobierno se caracterizara por la
adjudicación de tierras y bosques fiscales en una proporción desconocida hasta entonces, y por haber iniciado la criticada
política de arrendamientos que luego continuaría Pio Montenegro. Podemos presumir que fue de estas políticas que surgió
la configuración compleja de los obrajes que hemos descrito más arriba. Por otra parte, según la investigación de Alberto
Tasso, fue entre los años 30 y 50 que los empresarios de origen árabe se integraron en un alto porcentaje a la explotación
forestal. Como todos los primeros miembros de su colectividad que participaron en política Rosendo Allub fue radical
hasta 1945. En marzo de 1945 había sido inculpado en los resultados de la comisión que investigaba al gobierno
depuesto, sin embargo, no hubo sanciones. A fines de ese mismo año es vocal de la Junta de la UCR-Santiago del Estero y
desde allí ingresará al laborismo introduciéndose casi al cerrarse las listas de candidatos. Como nota Tasso ““Allub
advirtió que las fortunas acumuladas por decenas de pequeños comerciantes, importantes desde el punto de vista de las
comunidades locales en que se operaban, podían traducirse con beneficio en términos de influencia política. Sin embargo,
esta conversión no hubiera podido producirse sin la particular relación que tales influyentes locales establecieron con su
clientela. Bajo la forma que ha sido denominada “patronazgo”, sirios y libaneses habían establecido una compleja red de
intercambios y alianzas, las cuales no eran ajenas al dominio de las reglas de la cultura rural local. Un ejemplo de la
adaptación a esta última es el dominio de la lengua nativa local, el quichua, en la que los árabes descollaron
tempranamente.” (Tasso 1989)
8
candidato a gobernador, militar sin carrera política ostensible, también fué impuesto desde
la central del Laborismo9, y la lista de candidatos que figuró en las boletas de sufragio
había sido producto de negociaciones febriles de último momento, invalidantes de dos
listas anteriores –que habían sido incluso dadas a publicidad por la prensa- definidas en
apuradas y conflictivas convenciones partidarias locales. Desde el momento en que
comienza a organizarse el laborismo en noviembre de 1945, al día de las elecciones el 24
de febrero de 1946, en menos de tres meses de negociaciones febriles, se pasa de un
partido que parecía orientado a seducir y cooptar un movimiento obrero y gremial, a una
aglomeración política pragmáticamente constituida, heterogénea en sus miembros, con
predominio del radicalismo concordancista (no precisamente los representantes de la
UCR más apegados a las políticas de Yrigoyen, que se pretendía retomar y completar) y
apoyada en aliados locales denunciados como pertenecientes a la “oligarquía”. Mittelbach
va a asumir así la gobernación, con mayoría en la cámara de legisladores (18 para el
oficialismo, 5 para la UD y 3 para la UCR), pero esa mayoría consiste en un bloque
heterogéneo, constituido por alianzas poco trabajadas, fundadas en la distribución
proporcional de los candidatos según los grupos seguidores de caudillos aportantes de
dinero para las campañas y votos más o menos cautivos, que representaban intereses
comunes poco claros. Los sucesos de este primer gobierno peronista en la provincia irán
mostrando las dificultades que surgen de esta heterogeneidad de origen e intenciones.
Si al oficializarse la candidatura del Cnel Mittelbach (quien pidiera su retiro al Ejército para
poder presentarse, menos de un mes antes de las elecciones) se hizo imposible el
cumplimiento estricto de un pacto firmado en Buenos Aires entre Allub, Correa, Trucco y
Luna con el Partido Laborista, que dividía los cargos por partes iguales para los dos
grupos, Allub y los intereses que representaba supieron imponer une presencia fuerte en
la lista final y no parecen haber renunciado a sus intenciones de predominio en los meses
y años que siguieron.
El 9 de mayo de 1946 Mittelbach asume la gobernación en la provincia. El interventor Saa
deja constancia de sus actuaciones en el Boletín Oficial, concluyendo su informe del
siguiente modo: “Independientemente de la labor que queda señalada y de la que ha sido
concretada en decretos, la Intervención Federal ha realizado activas gestiones de carácter
administrativo ante las autoridades públicas de la Nación y sus reparticiones autárticas.
9 Miembro del GOU, siendo jefe durante la Revolución del 43, de la Policía militar, según relato de Perón, se
habría negado a detenerlo cuando en 1945 se lo enviaron a tal efecto al refugio en que se había retirado en
Tigre. (cfr Tena, Calvo y Peichovich, Yo, Juan Domingo Perón, Planeta 1976. (en Dandan, Heguy y
Rodriguez 2004).
9
Ha intervenido auspiciando las gestiones de los obrajeros ante el gobierno nacional para
salvar a la industria forestal de la situación de apremio creada por la llegada al país de
combustibles líquidos, ante la Administración de FFCC del Estado para el aumento de los
medios de transporte de los productos de la misma industria, etc.” Por otra parte,
sabemos que no sólo había hecho gestiones de apoyo. Desde hacía varios años se venía
anunciando la crisis que produciría el fin de la guerra para la actividad forestal. Sin
embargo, la preocupación “por los obreros que quedarían sin trabajo” se concentró en
seguir manteniendo lo más alta posible la antieconómica y antisocial explotación irracional
del bosque y del obrero a destajo para producir carbón y leña10. Es llamativo que aún con
crisis de sobreproducción y descenso del rendimiento y con la percepción de un problema
inminente aún mayor, se continúe favoreciendo la actividad sin construir una alternativa.
Pues bien, la alternativa, no para dar una nueva perspectiva económica a la provincia,
sino para salvar la actividad tal cual se la practicaba, parece ser convertir a estos
empresarios en proveedores del Estado11.
Aludíamos a los conflictos previsibles a partir de la heterogénea composición de los
grupos que habían llevado a Mittelbach al gobierno. Podríamos identificar un primer
triunfo de los apoyos propios de Mittelbach al iniciar el período de sesiones de la
legislatura, en el desplazamiento de Juan D. Trucco (habiendo sido segundo candidato de
la lista ganadora) fuera de los cargos directivos, que recaen en Carabajal y Martilloti. Pero
10 El 29 de enero de 1946 el Martillero Oberlander realiza una subasta pública de bosques fiscales decretada el
22 de enero. Se trata de arrendamiento por cinco años en el departamento Copo, de fracciones de 5000 ha. que
son adjudicadas de a cuatro o cinco, a empresas ya conocidas(Productora Argentina de Conbustibles, Lorenzo
Acuña, Gregorio Ayala, Alvaro Gimeno, Colombo y Torres (hoy C.I.F.R. ltda.), Harteneck, Adam, Martorell
y Cía, Miguel Hadad, Luisa Zaiek de Chequer, Merz Hnos., Benjamin Sebastiano, etc. (Boletín Oficial, 29 de
enero de 1946). El 7 de febrero del 46 se decreta una segunda licitación de 100.000 ha de bosques fiscales
vírgenes en Copo. Dos días después de las elecciones, “a pedido de la Apif”, se suspenderá esta segunda
subasta para ser resuelta “por las nuevas autoridades” (Boletín Oficial, 28 de febrero de 1946.). No obstante,
el 29 de marzo se aprueba otra subasta de bosques fiscales en la que veinticinco adjudicatarios (entre los
cuales, Weisburg, Kairallah, Adan, Martorell y cía, Merz, ya conocidas empresas) adquieren una o más
parcelas de 5000 has cada una, con precios que oscilan entre 1 y 5$ la ha, en los departamentos de Copo y
Alberdi. Días después se subasta el arrendamiento de 1.983.722 has, por un monto de 350.033$.
11 El 26 de abril de 1946 el interventor interino de la Provincia de Tucumán, a solicitud del interventor Saa, “a
fin de fomentar el consumo durante el corriente año por las reparticiones públicas y empresas particulares, de
carbón, leña y otros productos, con el objeto de agotar el stock existente y obviar las consecuencias que
habrán de derivar de la progresiva importación de combustibles y otros artículos del extranjero, cuya
competencia provocaría la caída de la industria forestal del país y, por ende, aparejaría la desocupación de
más de 150.000 obreros”, decreta que “las reparticiones públicas provinciales, en la medida de sus
necesidades, consumirán preferentemente durante el corriente año, combustibles y otros productos de la
industria forestal del país”, induciendo en la segunda parte del decreto a las empresas particulares a que
adhieran “en forma efectiva a la finalidad patriótica que persigue el presente decreto”. El 16 de abril había
escrito, apoyando la iniciativa de Saa, al Ministro de Obras Públicas de la Nación, y el 3 de mayo informa de
sus gestiones al interventor de Santiago.
10
en este período en que Perón comienza a disciplinar y organizar verticalmente el
laborismo, se produce una división entre los diputados de la legislatura santiagueña (Tenti
1998:57), y los que conforman el bloque Juan Domingo Perón, van a estar presididos por
Javier Meneghini, mientras que Martilotti presidirá otro grupo, fiel al gobernador. No
faltaron tampoco los choques del Ejecutivo con los legisladores, incluyendo al menos el
beto de un proyecto ya sancionado, el 2 de noviembre del 46 (Boletín Oficial 2/11/46). La
distancia de Mittelbach respecto de las negociaciones del campo político, se hace
explícita en su único discurso ante la Legislatura, a un año de asumir el gobierno, el 24 de
mayo de 1947, donde según El Liberal, habría comenzado “diciendo que las vicisitudes
políticas tenían por escenario común el predio de los partidos y escapaban a las funciones
de gobierno” (El liberal, 50 años : 336) Esta manera de ver las cosas, marca un estilo que
intenta desvincular las funciones del Ejecutivo (relacionadas con la gestión de lo público),
respecto de las rencillas del campo político, que tienden a aparecer como luchas
“facciosas” (al decir tradicional de los conservadores), desvinculadas de los reales
intereses de la sociedad. La postura condice muy bien con su identidad de militar
devenido en político, en un momento y un contexto en que para muchos el Ejército era la
“reserva moral de la Patria”, y justificaba allí esta mesiánica intervención más allá de las
funciones militares. Entre tanto, para superar una crisis, el 5 de noviembre de 1946, como
candidato de conciliación con los opositores internos (Tenti 1998), Carlos Arturo Juárez, -
muy joven y hasta entonces sin presencia relevante en el Partido (aunque sí en las filas
de la Acción Católica local)- asume como Ministro de Gobierno de la provincia. Al mismo
tiempo, los diputados nacionales, entre quienes destacan Rosendo Allub y Carlos Montes
de Oca (originarios ambos del mismo grupo de la UCR) piden la intervención federal de la
provincia. Menos de un año después, en octubre del 47 renuncia Carlos Juarez a su cargo
denunciando “los manejos de una camarilla subalterna, perturbadora y desquiciante, que
rodea al gobernador transformándolo en prisionero” (Tenti 1998:58). Si la renuncia fue o
no forzada por el gobernador, no lo sabemos. Tal vez presos por una ilusión retrospectiva,
algunos actores de la época ven hoy esta renuncia como una hábil maniobra de Juárez al
precio de una traición12. Las presiones de legisladores nacionales continúan, hasta que, a
12 Los relatos de Dandan y otros, y de Sergio Carreras, hablan de una renuncia forzada por el gobernador
Mittelbach. Ninguno de estos autores cita en este caso fuentes de sus afirmaciones. Los discursos sobre Juarez
en Santiago, especialmente los recuerdos de sus contemporáneos, no siempre merecen toda la credibilidad sin
un análisis minucioso y una confrontación de fuentes, ya que entre la construcción del mito y la ilusión
retrospectiva, entre la necesidad de explicar cómo pudieron existir “cincuenta años de juarismo” y la
necesidad de demarcar el propio espacio de actuación, los actores del proceso, a favor o en contra, tienden a
magnificar su figura, su astucia, su poder y su influencia. Cfr. además de testimonios recogidos en los trabajos
11
comienzos de 1948, se produce la intervención de los tres poderes provinciales y del
Partido Peronista. Algunas de las acusaciones contra Mittelbach y su equipo estuvieron
vinculadas a “actividades nazifascistas” relacionadas con una filial local de la Alianza
Libertadora Nacionalista. De hecho, José María Lami Hernandez13, diputado por el bloque
oficialista y secretario de la Legislatura, había formado parte en 1942 de un Movimiento
Nacional llamado Partido Libertador, vinculado a Julio César Lascano, Emilio Orosco y
Rodolfo Irazusta, conocidos nacionalistas. Mittelbach, por otra parte, era hombre del GOU
desde su fundación. Si fue a partir de este grupo de oficiales de inspiración
predominantemente nacionalista (Rock 1993:137ss), que fue creciendo la figura de Perón,
su participación fue disminuyendo desde de que éste ascendiera a la presidencia en
1946. Creemos que esta intervención federal de 1948, puede ser interpretada en la misma
perspectiva que el conflicto entre los apoyos de estos grupos a Orestes Di Lullo que
detallaremos en seguida, y las directivas de Perón y de su delegado, que instala la
candidatura de Carlos Juarez. Esta interpretación permitiría además, darle a la habilidad y
el “maquiavelismo” de Juárez un lugar más realista en la historia de Santiago.
Instalación de la candidatura de Carlos Juárez.
Este segundo momento en los inicios del peronismo santiagueño marca la primera llegada
al gobierno de Carlos Juarez, luego cinco veces gobernador electo y trece años senador
de la Provincia. Nos interesa este punto tanto por las caracteristicas del proceso mismo,
como por las condiciones en que se plantea su gobierno, signado así no sólo por una
voluntad política sino por la definición de unas condiciones estructurales de posibilidad
que ya no cambiarán sustancialmente en la provincia hasta nuestros días.
En enero de 1948 había sido intervenido el poder ejecutivo, cerrado el poder legislativo y
puesto en comisión el poder judicial. Es decir, se había juzgado de alta gravedad la
situación de la provincia o se deseaba hacer un cambio importante de dirigencia. También
se interviene el Partido Peronista, y se pone al frente a un diputado nacional ya conocido
por el conflictivo proceso de definición de los candidatos del laborismo en 1945: el
diputado Luis Emilio Visca, cuyo autoritarismo fue notorio en las intervenciones que
protagonizó (Mackinnon 2002:164). Los candidatos que desde el partido aparecen con
consenso y apoyo local, son al comienzo Antonio Carabajal (presidente de la legislatura
durante todo el período de Mittelbach) y luego un extrapartidario, apoyado por grupos
de investigación periodística (El Reino de los Juares, Los Juarez), lo hemos recogido en nuestras propias
entrevistas a actores de la época.
13 Autor además de una Historia del Peronismo Santiagueño.
12
vinculados al nacionalismo y a la primera etapa del movimiento de Junio del 43: Orestes
Di Lullo. Este último era un médico recibido en la UBA, de 51 años por entonces, con una
importante trayectoria en los ambientes intelectuales provinciales. Había publicado varios
libros vinculando su especialidad con la cultura y la historia locales y había participado de
la Asociación Cultural La Brasa (Martinez,Taboada Auat 2003). En lo político, en 1930
había pertenecido al grupo Acción, (favorable al derrocamiento de Yrigoyen y del
gobernador Maradona), que se convertirá luego en el Partido Provincial Reformista, de
ideas federalistas. Había sido convencional constituyente para la reforma de 1937,
sobresaliendo como una figura importante de los grupos católicos que defendían la
educación religiosa en las escuelas, junto al obispo Rodriguez y Olmos (Tenti 2005),
también devenido en convencional constituyente. En 1940 dirigía el Museo Histórico de la
Provincia, y cuando presentó su renuncia a ese cargo en 1943, el primer interventor de la
Revolución de Junio no se la aceptó. Más bien, en el mes de diciembre, cuando asume la
gobernación Pascual Semberois, Di Lullo acepta el cargo de interventor de la
Municipalidad de la ciudad capital. Fue él quien creó en este período la Comisión Asesora
de Espectáculos Públicos, presidida por el presidente del Consejo de Educación y con
participación de un representante de la Acción Católica, en la que Carlos Juarez actuó
como inspector (Robles Avalos 1993:68). En julio de 1944, según Robles Avalos, citando
un artículo de El Liberal, encontramos a Di Lullo en un acto en la plaza Libertad, formando
parte de la nacionalista Junta Pro-defensa de la Soberanía; en diciembre, rinde cuentas
de su gestión al frente del municipio en el periódico local, pero al año siguiente, cuando
vuelven a cambiar las autoridades provinciales, ya no estará Di Lullo al frente del Minicipio
de la capital, sino José Felix Uriondo. Tampoco lo encontraremos en los meses siguientes
en el Museo de la Provincia. Podemos sospechar que su orientación política y al menos
una parte de los apoyos con que contaba, no hayan sido de las preferencias del
interventor de origen radical Alberto Saa, quien condujera el proceso de las elecciones del
47, favoreciendo a la línea del también radical –hasta un mes antes de las elecciones-
Rosendo Allub.
En 1949, la candidatura de Di Lullo a la gobernación por el partido peronista había sido
anunciada14. El diario El Liberal, que por ese entonces favorecía abiertamente al
14 Según Dandán, Heguy y Rodriguez, su renuncia poco después habría sido producto de una operación
mafiosa de Juarez y Visca, quienes habrían hecho publicar una lista falsa de legisladores y habrían producido
un falso telegrama de Perón para Di Lullo. Estos autores no apoyan el relato en ninguna fuente. En la prensa
de la época, tenemos el 27 de marzo de 1949, a dos semanas de las elecciones, una lista de candidatos a
legisladores por el peronismo que habría sido publicada en un Diario peronista de la capital llamado
13
radicalismo (que se reorganizaba con dificultades después de la sangría peronista, y
tampoco terminaba de definir a sus candidatos por falta de quorum en las convenciones
locales) habla de “trenzas”, plantea la idea de una posible suspensión del comicio y se
complace en acentuar los desconciertos, los rumores y las idas y venidas del diputado
Visca. Lo cierto es que la candidatura de Juarez, llamativamente, no habría sido
proclamada en un acto público, sino en el auditorio de LV11 Radio del Norte (como
intentando ignorar a los convulsionados grupos urbanos y dirigirse a un público más
lejano en el espacio, tal vez un público aún a convocar), y que al mismo tiempo los
apoyos de la candidatura de Di Lullo no se habrían desmovilizado fácilmente, sino que
insistían el día mismo de la proclamación de Juarez, en reunirse en la plaza del centro de
la ciudad, mientras altoparlantes distintos hacían propaganda al mismo tiempo por ambos
candidatos. Casi simultáneamente, tanto el diputado nacional por el peronismo, Pedro J.
Perea, como el senador Justiniano de la Zerda (ambos hombres cercanos al ya fallecido
Mittelbach), aclaran en sendos telegramas al diario y a LV 11 (pidiendo que se publiquen)
que no apoyan la candidatura de Juarez, a punto de proclamarse.
Tres horas antes de la proclamación radial estaba convocada una marcha en la plaza
central para apoyar a di Lullo. En ella, según el diario, se habrían hecho presentes Visca y
el diputado Toro (ferroviario de Frias, también protagonista ambivalente en las
definiciones partidarias de 1946) rodeados de partidarios que los vivaban. En ese
contexto, se habría producido un incidente en el que se atribuyen a Visca las siguientes
palabras: “El Partido Peronista es uno sólo y si el presidente ordena votar a Mongo hay
que votarlo”15 Se produjo un tumulto, dice el diario, que fue resuelto finalmente por la
policía montada, no obstante lo cual se realizó una marcha por las calles de la ciudad. En
el interrumpido acto habrían hablado Marcos Ruiz y Valentín Sosa, quien habría hecho
alusión a “la situación y actuación del nuevo candidato durante el gobierno del Cnel
Mittelbach”. Luego, Alejandro Bruhn Gauna “destacó que el acto constituía una reacción
de los hijos de Santiago contra las intervenciones foráneas en la dirección de su política y
elección de candidatos”. Durante el día había habido varias detenciones, según el diario,
por haber invitado al acto o por vivar a Di Lullo (EL 4/4/49).
Democracia, y rumores acerca de un nuevo cambio en la candidatura oficialista a gobernador; noticias de la
renuncia de Di Lullo y febriles viajes de Juarez y Visca hacia y desde Buenos Aires. Visca manifiesta al llegar
a Santiago que viene a proclamar la candidatura de Juarez. Dos días después, un recuadro mencionará el
regreso de Di Lullo desde la capital, acompañado por Pedro Gelid y Domingo Manach, dirigentes del
Movimiento Radical Revolucionario, luego de haberse el primero entrevistado con Perón, a quien le habría
explicado los motivos de su renuncia, no haciendo a su regreso ningún comentario público sobre la
conversación con el presidente.
15 Las cursivas son nuestras, también en las citas sucesivas.
14
La proclamación de Juarez se realiza así a las 23 hs en LV11, custodiada desde
temprano por la policía montada y la infantería. Al proclamar a Juarez, Visca alegó que la
candidatura había sido “ganada con lealtad partidaria y compromiso de honor de
colaboración por los intereses de la provincia”. Efectivamente, Juarez venía de ser
convencional constituyente en la reforma que daba a Perón la chance de la reelección.
Añadió que se había consultado a Tesseire, y a los diputados y senadores nacionales del
partido por la provincia, y terminó: “la consigna del momento es la de servir lealmente los
ideales peronistas, apuntalar a los hombres designados por las más altas autoridades
partidarias, olvidar agravios, dejar para el tribunal partidario las cuestiones pequeñas y
unir todas las filas”. Juarez, luego de hacer un llamamiento a la unidad y prometer
gobernar para todos, se dirigió, como en el resto de su carrera, de manera especial a la
población del campo santiagueño: “La campaña –señaló- con sus problemas del agua, de
los caminos, de las viviendas y del desarraigo de sus pobladores, reclama la vigilia
permanente de los funcionarios responsables”, concluyendo con la enunciación de
principios en un tono que apela a sentimientos vinculados con ideas cristianas, que
también caracterizarán su oratoria en lo sucesivo: “cumplirá su programa de gobierno
sobre el tríptico de la justicia, libertad y caridad: la primera creadora del orden; la
segunda, el oxígeno que alimenta a las democracias y la tercera, para corregir los errores
de la justicia” (EL 28/3/49).
En los días que siguieron aparecen nuevas desautorizaciones al candidato.16 En esos
días continúa la vigilancia de la plaza central para impedir manifestaciones, y se detiene a
miembros de la Alianza Libertadora Nacionalista como “medida de precaución”.
16 la Unión Obrera de la Construcción, que también está intervenida, expresa que desautoriza a Alberto
Cáceres y otros postulantes a diputados provinciales de la lista de Juarez, aclarando que no son delegados
designados por la entidad. Por otra parte, se desvincula del peronismo el Dr Santiago Corvalán, ya que veía al
movimiento “alejarse de los postulados revolucionarios” y “estaba decidido a prestar su apoyo al candidato
primero del peronismo, Dr Orestes di Lullo” (EL 4/4/49), considerando que el partido surgido “permanece en
estado inorgánico, lo que permite a sus dirigentes las más arbitrarias y antidemocráticas decisiones”, al punto
que “un emisario oscuro e ignaro, pero hábil en los procedimientos tortuosos, ha conseguido la eliminación
del hombre digno y capaz que reclamaba el pueblo de Santiago, para imponer a otro unánimemente repudiado
por el mismo” (EL 5/4/49). También aparece una declaración del Partido Peronista de Monte Quemado,
firmada por el presidente de la unión ferroviaria y el Secretario del Sindicato de Trabajadores de la Industria
Forestal, quienes piden se reconsidere la candidatura de Di Lullo. La Alianza Libertadora Nacionalista, por su
parte, plantea en un comunicado de discurso característico, firmado por Dalmiro Coronel Lugones, que los
hechos recientes son expresión de “intereses espúreos de los foráneos y de los patrones de adentro” y que la
reacción de los santiagueños ha sido “en defensa de la autonomía provincial”. El Movimiento Radical
Revolucionario, ante la imposibilidad de obtener personería jurídica para presentarse autónomamente, da a
conocer que deja en libertad a sus afiliados y que espera que la provincia pueda acabar con “los males que la
han afectado, ya sea por la intromisión foránea, el cuadillismo nepótico o la incomprensión desaforada de sus
mandatarios” (EL 5/4/49)
15
Coincidentemente, llega Rosendo Allub para apoyar en la campaña, y también desde
Buenos Aires arriba un nuevo delegado para reemplazar al interventor de la CGT local,
pero en reunión de “más de cuarenta secretarios gremiales de esta capital y del interior”
éstos deciden, siempre según el diario “no prestar apoyo ni adhesión alguna a la
candidatura del Dr Carlos Juarez” ya que “no se les había consultado en absoluto” y “ya
estaban cansados de votar candidatos de la quinta columna”(EL 10/4/49).
La campaña del radicalismo, cuyo también joven candidato, Hugo R. Catella, había sido
finalmente proclamado en convención partidaria al día siguiente de Juarez, se cierra con
un discurso que más que a la ciudadanía en general, se dirige a los copartidarios, se
centra en las tradiciones del radicalismo, en la necesidad de sostener “las libertades
ciudadanas que han sido avasalladas por la oligarquía militar gobernante”, para
prolongarse en la oposición al peronismo, explotando las particularidades del proceso de
definición del candidato a gobernador. Después de aludir a “un siniestro personaje del
conservadurismo, que entronizó el fraude para castigar aún más las espaldas del sufrido
pueblo y que ha sido designado en uno de los cargos de más representación del actual
gobierno que se titula de los trabajadores”, advierte que “un discípulo de ese personaje,
auténtico representante de la oligarquía, ha venido a imponer que voten a “Mongo”
infiriendo así un agravio a la ciudadanía” (EL 9/4/49), aludiendo de este modo a Allub, a
Vilca y a Juarez respectivamente.
El peronismo, por su lado, cierra la campaña, ahora sí en la plaza central, en un acto
“ruidoso y entusiasta”, con “gran cantidad de público”, animado por la llegada de “gran
cantidad de jinetes procedentes de los departamentos de Capital y Banda”. Los
legisladores nacionales que acompañan el acto se dirigen al conjunto del pueblo, y hacen
hincapié en su condición de representantes del mundo obrero (se trata, efectivamente, de
diputados nacionales de extracción gremial) aludiendo reiteradamente a la vez a la
disciplina “de un ejército” cuyo “único caudillo” es Perón. Al mismo tiempo, se menciona la
falta “de agradecimiento” de legisladores nacionales y senadores ausentes durante la
campaña, exhortando a la “unión y concordia” en nombre de Perón y Evita, ya que “como
los buenos hermanos, deben deponer rencillas, abrazarse y reconciliarse”.
Juarez, por su parte, en una entrevista al día siguiente del cierre de campaña, dice tener
certeza de ganar, porque será la “ratificación de la confianza que el pueblo tiene
depositada en nuestro lider”. Y en seguida afirma que los grupos independientes que han
retirado su apoyo “no representan a nadie”, y que “ningún peronista leal ha de titularse
16
‘independiente’. Todos somos soldados y tenemos un jefe. La carta orgánica partidaria lo
consagra: el presidente de la Nación.(EL 10/4/49)”.
En todo este proceso, lo que se percibe con claridad en la provincia como una constante
es la definición no autónoma de las candidaturas. Ni en el caso de Mittelbach, ni en el de
Juárez, y los legisladores que los acompañaron, los hombres que van a presidir la
provincia surgieron de un proceso de maduración política en la que hubieran ido
construyendo su poder desde el interior del campo político local, ni mucho menos por la
maduración de una propuesta partidaria para la provincia, sino que se trata más bien de
candidatos impuestos desde la capital, por la necesidad de consolidar apoyos que
aseguren un triunfo en el primer caso, para asegurar lealtad a cualquier precio en el
segundo. Mittelbach no tenía pasado político hasta la conformación del GOU y la
revolución del 3 de junio; Juárez tampoco tenía trayectoria a causa de su juventud. Ambos
llegan “apadrinados” por viejos políticos locales vinculados al conservadurismo, aquel de
las prácticas del “aquí estoy con mi gente”. El primero era conocido de Perón (Tenti
1998:192) y su candidatura aseguró el equilibrio del juego de fuerzas políticas que le
permitieron llegar al poder; el segundo, se había hecho notar durante la reforma de la
Constitución Nacional, y prestado servicios durante el gobierno de Mittelbach, pero por su
juventud era más bien una posibilidad a construir, que partía de un poder prestado.
Un segundo punto a destacar, es que Allub esta vez sale claramente triunfante, marcando
mejores posiciones que en las elecciones de tres años atrás. Su persistencia y avance
construidos sobre su red de alianzas (y solidaridades étnicas) con el comercio urbano y
rural y la explotación forestal en la provincia, se suma a su habilidad para moverse en el
campo propiamente político, negociando espacios y nuevos aliados.
Esta nueva definición en el campo político, por otra parte, cobra un sentido más claro
cuando la vinculamos con los procesos del campo económico y con la configuración de
relaciones con el Estado Nacional que revela y prolonga.
Campo político y campo económico: pobreza, dependencia, política.
Si al dar cuenta del campo económico en 1943, se advierte que la actividad forestal tenía
en aquel momento en la provincia una importancia central (Martinez 2007 a), pesando
sobre el campo político no sólo por la magnitud del número de obreros –por tanto
votantes- que implicaba, en un momento en que los partidos se disputaban la influencia,
sea mediante la seducción o el dominio, del mundo obrero, y también por el peso que por
17
aquellos años de la Segunda Guerra mundial, tenía esta actividad sobre el presupuesto
de la provincia.
Vamos a retomar ahora este último punto, porque en los años que siguen a 1943 se
produce un cambio profundo de las relaciones de fuerza en el campo económico local,
que a nuestro juicio, tiene que haber afectado seriamente al campo político, implantando
un nuevo sistema de fuerzas en el campo del poder global de la provincia, y en el modo
de relacionarse entre un espacio social y otro, y con el del Estado que finalmente resulta
el más debilitado.
La indagación de la evolución de la producción en la provincia la realizaremos primero
siguiendo la evolución del presupuesto provincial, y confrontando luego con datos
censales y noticias procedentes de otras fuentes.
El seguimiento de los datos de la industria forestal en el presupuesto provincial entre 1944
y 1950 arroja una primera evidencia: la dependencia de este último a su respecto va
disminuyendo progresivamente hasta casi desaparecer. En 1944, durante la gestión del
interventor Pascual Semberois, la recaudación por explotación forestal constituía el 32%
del presupuesto, mientras que la ejecución de ese presupuesto al 31 de octubre de ese
mismo año arroja que lo que se ha efectivamente cobrado asciende al 26% de los
recursos (esto, a términos más o menos constantes en el resto de los montos, es decir,
sin que hayan existido otros ingresos imprevistos, que distorsionaran la proporción). En
términos absolutos, a dos meses de terminar el año, el cobro por arriendos de bosques
muestra ser en realidad la mitad de lo previsto, y la contribución por producción se redujo
de 2.600.000 a poco más de 1.900.000$. Esto podría hablar tanto de una disminución de
la producción como de un relajamiento en el cobro de los impuestos, ya que en el
conjunto de los ingresos calculados por impuestos aparecen cifras similares,
sensiblemente más bajas. Pero la comparación con los impuestos cobrados el año
anterior, nos muestran cifras constantes en todos los rubros. Aparentemente, fueron los
cálculos del presupuesto confeccionado por Brito Arigós lo que marcaba una diferencia,
de la que aquel era consciente, ya que explicaba en el encabezado del presupuesto que
las cifras más elevadas se vinculaban a “la capacidad rentística de las fuentes de
recursos de la hacienda provincial y, también, las posibilidades futuras de su producción,
industria, comercio, etc., atento al ritmo de progreso que ha caracterizado a las mismas
durante el año anterior”. Podemos presumir que, respecto de los obrajes, no sólo pensaba
seguir sancionando las infracciones a las leyes del trabajo, sino aumentar sensiblemente
su contribución al erario de la provincia. Las “importantes modificaciones” que hacía en el
18
presupuesto, se orientaban, según el texto, a “mejorar los servicios públicos”, “atender la
deuda flotante” y a mantener “los (nuevos) organismos administrativos ya incorporados
con carácter definitivo a la vida institucional del Estado”.
Brito Arigós, el interventor que apoyara la gestión de Amalio Olmos Castro en sus
inspecciones y multas a los obrajes madereros(Martinez 2007 a), cae en diciembre, y su
presupuesto es ejecutado por sus sucesores, Pascual Semberois hasta julio de 1944, un
pequeño interregno de Lazaro Nieto Arana, y desde agosto Carlos Alberto Saa, quienes
mantendrán los montos de impuestos en los términos del año anterior, reduciendo al
mismo tiempo, los gastos previstos por la administración de Brito Arigós, particularmente
en lo que se refiere a reducción de la deuda pública provincial y a la ejecución de obras
públicas, cuyo monto es exiguo en el período. Volviendo a los ingresos, el único rubro que
mantiene una constante entre el presupuesto y la ejecución, es el correspondiente a lo
que hoy llamamos “coparticipación federal”, que constituye en el presupuesto calculado, el
22% de los ingresos, y aunque se percibió en términos absolutos lo que se había previsto,
asciende al 26%.
La intervención de Saa, desde agosto de 1945 a mayo de 1946, cuando asuma el
gobierno Aristóbulo Mittelbach, no parece haber elaborado presupuesto, o al menos no lo
hemos encontrado, a pesar de revisar página por página los Boletines Oficiales del
período. El 26 de febrero de 1947, en cambio, la legislatura sanciona el presupuesto
presentado por el Poder Ejecutivo, con las firmas de Mittelbach, Oberlander y Carlos
Juarez. En ese presupuesto, los ingresos para la provincia provenientes de los bosques
habrán disminuido al 16% del presupuesto, aunque en números brutos el monto se
mantenga constante al percibido entre 1943 y 44. El salto importante de todos modos está
en la duplicación de la contribución federal por un nuevo impuesto coparticipable: el
impuesto a réditos, ventas, ganancias y beneficios extraordinarios. Sumado a Impuestos
Internos, la contribución federal asciende al 49% del presupuesto provincial.
En 1948, la provincia ha sido intervenida, y no habiéndose logrado la sanción del
presupuesto nacional por parte de la legislatura, en marzo la intervención “declara en
vigencia un duodécimo más del presupuesto de 1948”. Recién en abril, por acuerdo de
ministros, se promulga el presupuesto provincial. Las cifras previstas respecto de la
explotación de bosques siguen siendo constantes, sólo que su peso en el presupuesto
provincial disminuye al 9, 4% del total, sumando el aporte federal el 57%, sin contar las
subvenciones nacionales para hospitales y museos. En las cuentas de la provincia, por
otra parte, los años 46 y 47 han producido un superávit que es sumado en este ejercicio.
19
Al año siguiente, las cifras recaudadas por arriendo y por explotación de bosques
disminuyen incluso en términos absolutos, y representan ya apenas el 5% del
presupuesto, un poco más del 50% corresponde a la participación federal, hay un alto
superávit del año anterior que asciende al 21% del total, y aparece como un rubro que
comienza a ser significativo, el casino de Termas de Río Hondo, aportando un 4,6% del
presupuesto, casi lo mismo que la explotación y arriendo de bosques. Que en este
contexto, al año siguiente, se haya decidido crear la Administración de bosques, con el fin
de regular su explotación17, es importante, pero tiene evidentemente un significado
político y económico diferente que el que hubiera tenido sólo cinco años antes. Respecto
de los egresos, llama la atención también que el rubro “subsidios, becas y aportes
especiales” ha ascendido del 15 a 19% de los años anteriores, hasta alcanzar el 27% de
las erogaciones totales. El Ministerio de la Producción y Obras Públicas, cuenta con el 9%
y un 38% se espera invertirlo en salarios dependientes de la provincia. Este es el
presupuesto que al asumir en el mes de mayo, recibe Carlos Juarez para ejecutar en su
primer año de gobierno.
En 1950, el 15 de febrero se publica el presupuesto sancionado por la Cámara de
Diputados. Lo primero que llama la atención es un sensible aumento del monto total, de
37 a 57 millones de pesos18. Lo que es constante es que en él el 54% procede de
recursos de la Nación, el 5,4 de la explotación de bosques, el 5% del Casino de Termas,
el 3,9 de venta de tierras fiscales y se parte de un superávit del año anterior que asciende
al 7,7% del total de ingresos. Respecto de los egresos, crecen dos rubros de modo
significativo respecto de las previsiones del año anterior: las erogaciones en sueldos
insumen el 54% del total de dinero previsto, los subsidios han disminuido
considerablemente en peso proporcional (vuelven al 6,2%) y aumenta el monto destinado
a obras públicas, que asciende a un 19,7% del gasto provincial..
Esta reflexión sobre la evolución de las cuentas provinciales en estos años, nos permite
ver con claridad tres temas: la disminución hasta la casi desaparición en poco tiempo de
la dependencia que ahora tenía el presupuesto provincial respecto de los obrajes, la
17 Cosa que, de todos modos, no impidió que se continuaran arrendando bosques vírgenes a precio vil. (Cfr
Tenti 1998: 65.)
18 Aunque de modo menos notable, el monto global viene aumentando desde 1947, al mismo tiempo que
vienen aumentando los rubros y se va complejizando. Esto hace presumir un crecimiento de la estructura del
Estado, que corresponde además al proceso de esos años a nivel nacional, aunque no hay que dejar de prever
también un aumento por inflación, que también fue una característica de la época. La incertidumbre sobre
estos dos puntos hace más significativo el trabajo utilizando porcentajes y no términos absolutos.
20
correlativa dependencia creciente de los aportes nacionales, y el gasto público en salarios
cada vez más abultado.
Si hacemos un salto de diez años, y vamos, un poco al azar, al presupuesto del año 1960,
encontramos que la estructura que se constituye por estos años permanece, aunque con
una acentuación de la dependencia del Estado central. En 1960, los ingresos por
coparticipación constituirán el 50% del total de las previsiones provinciales, los impuestos
de recolección provincial corresponderán sólo a un 11%, entre los cuales, sólo el 0,01% a
la explotación de bosques, y el grueso a otros rubros como impuestos inmobiliarios, a los
sellos, a las actividades lucrativas, a los automotores, etc.; finalmente, la venta de tierras
públicas significará el 5,4% y la suma de otras ventas (automotores e inmuebles), otros
impuestos “de emergencia” (como un “impuesto para la reactivación económica” y un
“fondo forestal”), suman otro 14%. El 21% restante de los ingresos provinciales de ese
año está constituido por un crédito.
En este sentido, la evolución del presupuesto refleja con claridad que, al menos hasta
1960, desaparecida la importancia de la “industria” forestal a comienzos de los años 50,
no habrá en la provincia otra fuente de ingresos propios que asuma la misma magnitud, ni
como factor centralizador, ni sumando los impuestos procedentes de las diversas
actividades. Por lo tanto, el crecimiento y sostenimiento del Estado provincial, así como
las obras de infraestructura que pretendieran retomar la producción, se deberán hacer a
expensas de los aportes nacionales o del endeudamiento y no desde las arcas locales.
Esta situación podría estar vinculada a algún mecanismo de exacción impositiva de la
provincia, que absorbiera sus recursos para luego volvérselos a dar en coparticipación.
Sin embargo, una mirada sobre los censos comerciales e industriales del período no hace
sino confirmar lo que dice esta lectura de los presupuestos y vincularla a la progresiva
exigüidad de la producción de bienes en la provincia. Los cuadros sobre evolución de la
producción relativa de Santiago del Estero respecto del NOA y de la Argentina elaborados
por Castor Lopez lo muestran con meridiana claridad, evidenciando sobre todo la fuerte
caída en población, producción y producción per capita entre 1945 y 1960, al tiempo que
el gasto público se duplica (Lopez 1998:325-334).
Por otra parte, si prestamos atención a las obras exhibidas a los dos años de la llegada de
Juárez a la gobernación, vemos que la mayoría de las iniciativas de envergadura para
intentar modificar la estructura productiva (que había quedado seriamente dañada por la
retroalimentación en espiral del desarraigo de la población rural y el descenso de las
actividades agrícola ganaderas en pequeña escala, con la atracción de la población hacia
21
la actividad forestal –relacionada con las sequías y la desertificación- y otras fuentes de
trabajo agrícolas o agricolo-industriales de provincias vecinas) se tomaron antes o
después de su gobierno, y sobre todo, que la mayoría, sino todas, estuvieron financiadas
por el gobierno nacional. La extensión de la frontera algodonera y los intentos de
industrializarla en la provincia se produjeron entre 1946 y 47, el impulso para el cateo de
minas se produjo en 1947, del mismo año procede la Ley de Fomento Industrial, y en
1954, otra ley de fomento y planificación industrial debe ubicarse en el gobierno de
Francisco Javier Gonzalez. Las sequías de comienzos de la década del 50 deben haber
sido un factor limitante para la aplicación de las políticas juaristas de retención de aguas
en represas y pequeños diques: la pérdida de cosechas ascendía al 50 u 80% (Tenti
1998:76). Aunque la Dirección de Obras Públicas y Riego proveyó a numerosas
poblaciones de agua, “mediante perforaciones, tanques elevados y equipos de bombeo”
(Tenti 1998:74). En 1951, se inaugura el dique Los Quiroga, que había sido iniciado en
tiempos del gobernador Montenegro y se concluyó por iniciativa y con fondos de la
Nación. Entre el 47 y 49 se habían producido obras de entubamiento y canalización de
bañados. La energía eléctrica, en cambio, se normalizó en Capital y Banda y se instaló
entre los pueblos del interior, durante el período de Juarez pero gracias a Obras
Sanitarias de la Nación y la Dirección de Agua y Energía (Tenti 1998:73).
En lo que se refiere a la producción local, la actividad forestal, que había tenido ya un
momento declinación antes de la Segunda Guerra Mundial (Tasso 2007), y había
remontado en forma de producción de carbón y leña, finalmente decayó porque tenía un
techo muy claro19: su nivel de productividad y su sostenibilidad, era tan bajos que sólo a
fuerza de irracional explotación humana y ecológica podía ser rentable20. Aunque
tenemos pendiente una mirada sobre el Censo Comercial e Industrial de 1952, sabemos
por el trabajo de Tenti de Laitán que los resultados de los esfuerzos arriba mencionados
no fueron demasiado importantes. Eran años, por otra parte, en los que no era
precisamente la producción agrícola ganadera la más favorecida por el Estado Central, y
en los que el desarrollo industrial se concentró mayormente en las cercanías de Buenos
Aires. Como se puede entrever en los discursos de Juarez, se trataba de gobernar una
población cuya productividad económica apenas rozaba el nivel de la subsistencia. Las
obras vinculadas a los años del gobierno de Juárez, fuera de la ya mencionada
19 Cfr la suerte de las diversas industrias frente a los aumentos salariales en Sidicaro 2002: 59-60.
20 Cfr como un ejemplo más, el artículo en El Liberal, el 11 de abril de 1949, en que la editorial defiende la
necesidad absoluta del trabajo a destajo –controlado, para no caer en los excesos anteriores-, como único
modo posible de subsistencia de los obrajes.
22
inauguración del dique nivelador Los Quiroga, hecha con fondos nacionales, que amplió la
zona se riego, se concentraron así en la visualización de una nueva infraestructura de
servicios, como la construcción de un nuevo Matadero local, un edificio para los
Tribunales, la llegada de energía eléctrica y teléfonos a los pueblos, la disponibilidad de
agua para consumo mediante perforaciones, la continuidad en la creación de hospitales y
salitas que se había iniciado en 1947, impulsada por la Nación desde el Ministerio de
Gomez Carrillo.
En este contexto, las vinculaciones del campo político con una dirigencia del campo de la
producción económica local, pierde importancia. Si el obraje, aunque reducido, puede
seguir siendo un factor de influencia sobre un número importante de votantes, el
acercamiento a los sindicatos de obreros forestales se convierte en un medio al menos
alternativo de acceso a sus votos. La ausencia de otras industrias significativas que
nucleen números importantes de obreros relativiza el rol de otros sindicatos, que, aunque
se sostuvieran como fuentes de legitimidad en el imaginario de cualquier gobierno
peronista, carecían de una base de afiliados que les pudiera otorgar real poder de
negociación21. La población rural de la provincia –que como sabemos era en buena
medida “flotante”- ascendía en 1947 al 75%. En un contexto así, de actores locales
significativos reducido, tanto desde el punto de vista económico como gremial, y un
Estado provincial carente de autonomía económica por su dependencia del Estado
Federal, el campo político tiene pocas alternativas de diversificarse. El movimiento de los
agentes del espacio político en su conjunto, tenderán entonces a un doble juego: por un
lado, negociar con el Estado Nacional, su fuente indispensable de recursos, por otro,
desarrollar estrategias para alcanzar el voto de la empobrecida población rural, y de una
población urbana crecientemente dependiente del empleo público. Si decimos que se
trata de un “doble juego” es porque ambas estrategias pueden en realidad coincidir en
una sola: asegurar votos para el oficialismo nacional implica obtener los recursos para
construir y mantener el propio espacio de poder. Un juego de fuerzas así extravertido
tiende a constituir o prolongar un Estado prebendario, donde el poder político del
momento puede construir sus propios agentes económicos a través de la provisión de
bienes y servicios al Estado (principal agente económico del espacio social), donde no
hay espacio para la carrera de funcionario y los cargos se politizan, poniendo más
21 Posiblemente sea esta una de las causas de la rápida cooptación del movimiento obrero santiagueño que se
puede seguir a través del texto de Tenti de Laitan y Salas que hemos mencionado reiteradamente, cooptación
que se produce a pesar de la preexistencia de un movimiento cualitativamente importante, liderado por el
socialismo, antes de la Ley de Asociaciones Profesionales de 1945. (Cfr Tenti de Laitan y Salas, 1995: cap.V)
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probablemente la fidelidad partidaria por encima de la capacidad técnica en el
reclutamiento. De este modo, el campo propiamente político, el de los partidos, queda
orientado a apropiarse por completo del Estado, en una versión particular del
patrimonialismo.
Este estado de cosas, que cincuenta años después llamamos “juarismo”, más que el
producto de la habilidad de un individuo parece estar vinculado a un juego de fuerzas en
la configuración del campo del poder, seguramente coincidente con el de varias otras
provincias “pobres” de la Argentina. Si alguna habilidad compete a los políticos que saben
moverse acumulando y conservando su espacio de poder, en cualquier contexto, es el de
saber percibir la circunstancia y posicionarse en ella. Si bien no abonamos la idea
instalada por la prensa de “cincuenta años de juarismo”, referida no tanto a un sistema de
dominación cuanto al poder de una persona, no podemos dejar de ver que, desde la caída
de los Taboada, ningún político había permanecido tan largamente en cargos públicos: 20
años gobernador y 13 como senador provincial, es una performance que no tiene
comparación desde entonces22. Carlos Juarez parece haber sabido percibir y
posicionarse.
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22 Los únicos precedentes que hemos encontrado son los 7 años de Absalón Rojas en cargos públicos y los 15
en el Senado de la Nación de Juan Francisco Borges.
24
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realidades"(1930-1966). Buenos Aires, octubre de 2005.
25
Resumen:
En el contexto de una investigación más amplia sobre las evoluciones del campo del poder
en Santiago del Estero en relación con el desarrollo y la permanencia de una cultura
política, este artículo explora la vinculación entre las primeras etapas del peronismo local y
las dificultades para la constitución de un Estado provincial como espacio de autonomía
relativa, donde pudieran arbitrarse intereses, tanto del juego de los nacientes partidos
políticos, como los provinientes del campo económico. En el gobierno liderado por
Aristóbulo Mittelbach, y en el conflicto que define la primer candidatura de Carlos Juarez,
se advierten las complejidades de las alianzas que constituían el peronismo naciente. Al
mismo tiempo, a la desaparición de los obrajes madereros como principal poder económico
provincial, no sucede ningún otro factor de producción. Así, la coparticipación federal de
impuestos pasa por aquellos años y hasta la actualidad, a ocupar el centro del presupuesto
provincial. Nuestro artículo muestra las vinculaciones existentes entre estos factores y
concluye en la afinidad entre la articulación de los mismos y un modo particular de hacer
política.
Palabras clave: Estado / peronismo / campo del poder / cultura política / Santiago del
Estero.
In the context of a broader research about the evolution of the field of power in Santiago
del Estero, in connection with the development and permanence of a political culture, this
article explores the link between the early stages of local Peronism and the difficulties for
the constitution of the provincial state as an area of relative autonomy, which could
arbitrate interests, both in the game of the nascent political parties, as from coming
economic field. Both in the government led by Aristóbulo Mittelbach, and in the conflict
that defines the first nomination of Carlos Juárez, we can see the complexities of alliances
that formed the fledgling Peronism. At the same time, the disappearance of obrajes as the
primary economic provincial power, not happen any other factor of production. Thus, the
partnership federal taxes goes through those years and to this day, in the center of the
provincial budget. Our paper shows linkages between these factors and concluded in the
affinity between the articulation of the same and a particular way of doing politics
Key words: State / peronismo / field of power /political culture/Santiago del Estero